¿Cuál es la frecuencia cardiaca normal?

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Tener un ritmo cardiaco normal es uno de los indicativos de un corazón sano. Aunque para conocer realmente la salud del corazón se necesitan una serie de pruebas y una valoración médica, saber cuántas pulsaciones por minuto son normales en una persona adulta y compararlas con las nuestras nos servirá de ayuda para detectar algún problema.

¿Qué es la frecuencia cardiaca?

Para el correcto funcionamiento del organismo, el corazón debe repartir la sangre (con nutrientes y oxígeno) a todos los órganos del cuerpo, en cantidad suficiente, a una determinada presión y con una frecuencia adecuada a la actividad que se está realizando, lo que requiere un gran gasto de energía. La frecuencia cardiaca es el número de veces por minuto que se contrae (late) el corazón para realizar ese bombeo de sangre.

¿Cuál es la frecuencia cardiaca normal?

El ritmo cardiaco normal en un adulto, medido siempre en reposo, es entre 60 y 100 pulsaciones o latidos por minuto. Van variando a lo largo de la vida porque, al nacer, el organismo requiere una enorme cantidad de energía para satisfacer su intensa actividad, que va disminuyendo a lo largo de la infancia:

  • Al nacer, las pulsaciones normales oscilan entre 120 y 150 latidos por minuto.
  • A partir del primer mes van disminuyendo hasta alcanzar una media de entre 100 y 130 latidos por minuto.
  • Ya en la edad adulta, a partir de los 20 años, la frecuencia cardiaca suele estabilizarse entre 60 y 100 latidos por minuto (70 ppm como valor medio).
  • El deporte mejora la frecuencia cardiaca, por lo que atletas bien entrenados suelen tener de 40 a 60 latidos por minuto.

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¿Qué puede producir variaciones en la frecuencia cardiaca?

Aparte de las diferencias de edad, la frecuencia cardiaca normal puede experimentar variaciones de una persona a otra e incluso en la misma persona, dependiendo de sus emociones, de la realización de ejercicio, de la temperatura corporal o de la posición del cuerpo (al levantarnos de forma brusca, por ejemplo).  Así, es normal que durante el ejercicio físico o con emociones fuertes, para hacer frente al mayor gasto de energía, la frecuencia cardiaca aumente a 150-200 latidos por minuto y que durante el sueño pueda bajar de 60 latidos por minuto.

Si se detecta un ritmo cardiaco anormal debemos acudir a un especialista para que nos realice un exámen. Ésto es especialmente importante cuando la frecuencia cardiaca es alta, ya que está relacionada con un mayor riesgo de mortalidad, especialmente en pacientes con problemas de corazón (hipertensión, cardiopatía isquémica o insuficiencia cardiaca).

¿Cómo se mide la frecuencia cardiaca?

Cuando el corazón bombea sangre a las arterias, produce un pulso que puede sentirse en las arterias cercanas a la piel. Para medir la frecuencia cardiaca por minuto debemos colocar el dedo índice y el dedo corazón sobre la arteria, presionando suavemente. Cuando se sienta el primer latido, calcularemos cuántos se producen durante 30 segundos y multiplicaremos el resultado por 2. Esa será la frecuencia cardiaca.

El pulso se puede medir en varias zonas: el cuello sobre la arteria carótida, la muñeca, la parte posterior de las rodillas, la ingle, la sien o la parte alta o la cara interna del pie. Para determinar nuestro pulso normal, debe tomarse siempre en reposo y durante varios días, para poder hacer una media.

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La frecuencia cardiaca máxima

Las pulsaciones por minuto aumentan cuando hacemos ejercicio. El límite normal de pulsaciones que debemos alcanzar en una prueba de esfuerzo sin comprometer la salud se llama frecuencia cardiaca máxima. Varía con la edad y la fórmula para calcularla es: (220 - la edad de la persona). Así, la frecuencia cardiaca máxima para un adulto de 40 años sería 180 latidos por minuto.

¿Cómo podemos controlar nuestra frecuencia cardiaca para que sea normal?

Mantener la frecuencia cardiaca en límites bajos es mejor para la salud y disfrutar de una vida sana y realizar ejercicio de forma regular es la forma más efectiva de conseguirlo (se puede reducir 1 latido por minuto por cada 1-2 semanas de ejercicio aeróbico realizado de forma constante).

También podemos recurrir a los fármacos cuando existen problemas de corazón que impiden que se mantenga un ritmo cardiaco adecuado. Publicado el16-01-2018
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